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La reparación de piscinas es una tarea que muchos propietarios prefieren posponer, pero cuando aparecen fugas, grietas o fallos en el sistema de filtración, actuar rápido puede evitar daños mayores. En este artículo te explicamos cómo detectar los problemas más comunes, qué soluciones existen y por qué contar con un servicio profesional puede ahorrarte tiempo, dinero y dolores de cabeza.
El uso continuado, la exposición al sol y los productos químicos pueden deteriorar con el tiempo la estructura y los sistemas de tu piscina. Algunas señales que indican la necesidad de reparación urgente son:
Una de las averías más frecuentes. Si el nivel del agua baja sin explicación aparente, es posible que haya una fuga. Estas pueden encontrarse en el vaso, las tuberías o el sistema de filtrado. Ignorar una fuga puede suponer no solo una pérdida continua de agua, sino también problemas estructurales a largo plazo.
Las grietas pueden aparecer en piscinas de obra o de poliéster. No solo afectan la estética, sino que también ponen en riesgo la estanqueidad. Ignorarlas puede derivar en fugas graves o incluso filtraciones hacia el terreno. Cuanto antes se actúe, más sencilla y económica será la reparación.
Un sistema de depuración deficiente compromete la calidad del agua y el correcto funcionamiento de la piscina. Ruidos extraños, pérdida de presión o agua turbia son síntomas frecuentes. En estos casos, puede ser necesario revisar tanto los componentes eléctricos como los hidráulicos.
En piscinas de obra, el desprendimiento de azulejos puede indicar problemas de adherencia, desgaste por productos químicos o incluso una filtración desde el vaso. Reemplazarlos a tiempo evita lesiones a los bañistas y previene daños mayores.
Si notas que el nivel del agua desciende constantemente, incluso sin evaporación aparente, puede tratarse de una fuga interna. Detectar el origen exacto requiere herramientas especializadas como pruebas de presión o trazadores químicos.
Dependiendo del material y del tipo de problema, existen diferentes técnicas de reparación.
Se utilizan masillas y resinas especiales que garantizan estanqueidad y durabilidad. En piscinas de obra, es habitual aplicar un sellador flexible o cemento hidráulico. En las de poliéster, se emplean resinas epoxi y refuerzos con fibra de vidrio.
Consiste en localizar la fuga mediante pruebas de presión y reparar o sustituir las secciones afectadas. En algunos casos, es necesario excavar para acceder a la tubería dañada, aunque existen técnicas no invasivas para reparaciones menores.
La ósmosis es un problema usual en piscinas de fibra. Se soluciona lijando la zona afectada y aplicando gel coat y capas de refuerzo. Este tratamiento elimina las burbujas o ampollas que aparecen por la degradación del material.
Se aplica una capa de fibra de vidrio adicional y pintura especial para mejorar la estructura y el acabado. Este proceso también mejora la estanqueidad y prolonga la vida útil de la piscina.
Se realiza un mantenimiento o sustitución de las piezas dañadas, mejorando el rendimiento del sistema. Los fallos más comunes suelen ser en el eje del motor, el condensador o el rotor.
Es frecuente renovar los filtros de arena o cartucho y las válvulas selectoras cuando presentan obstrucciones o fugas. Estos elementos son clave para una depuración eficiente y segura del agua.
Un técnico visita la piscina, realiza pruebas y emite un informe detallado del problema. Esta primera fase es crucial para ofrecer un presupuesto ajustado y un plan de acción claro.
Se utilizan productos certificados y técnicas adecuadas al tipo de piscina. El uso de materiales de baja calidad puede comprometer la durabilidad de la reparación.
Tras la reparación, se realizan pruebas de estanqueidad y funcionamiento, ofreciendo garantía por escrito. Esta garantía proporciona tranquilidad al cliente y refleja el compromiso del profesional.
Los profesionales detectan problemas que podrían pasar desapercibidos para un usuario inexperto. Además, conocen las mejores soluciones según el tipo de piscina y la naturaleza del daño.
Una reparación mal ejecutada puede agravar los daños y aumentar los costes a largo plazo. Invertir en un buen servicio desde el inicio es más rentable.
Se utilizan equipos de diagnóstico y reparación no disponibles para el usuario doméstico, como cámaras subacuáticas, detectores de fugas o sistemas de presión.
Depende del tipo de fuga y su localización. Los precios suelen oscilar entre 150 € y 1.000 €, aunque pueden ser mayores si se requiere obra.
Sí, mediante la aplicación de resinas, refuerzos de fibra de vidrio y gel coat. Es importante que lo realice un técnico cualificado para asegurar un resultado duradero.
Entre 1 y 5 días, según la complejidad del problema y las condiciones meteorológicas.
En Piscinas Luisol contamos con un equipo técnico especializado en mantenimiento de piscinas de hormigón y poliéster. Si has detectado fugas, grietas o fallos en tu sistema de filtración, solicita hoy mismo un diagnóstico sin compromiso. Recibirás un presupuesto detallado y soluciones a medida. Tu piscina volverá a estar en perfectas condiciones en menos tiempo del que imaginas.
No esperes a que el daño sea irreparable: deja tu piscina en manos de expertos.